CASOS REALES
Es muy corta y al
mismo tiempo muy larga la línea que nos separa de ser un pacto colectivo a
pasar a ser un sindicato o viceversa, a continuación dos casos que nos ubican en el contexto:
Industria
panificadora Bimbo
P.C como techo para la convención colectiva
P.C como techo para la convención colectiva
Bimbo es una panificadora multinacional mexicana que
llegó al país hace 18 años. Tiene plantas en Tenjo (Cundinamarca), Cali, y
Soledad (Atlántico).
El sindicato de base, Sintrabimbo, se creó en el
2005 con 25 de los 400 trabajadores que en ese entonces tenía la empresa (hoy
tiene 3.300). Según Máximo Zamora Ruiz, presidente del sindicato. Este se creó
en respuesta a la política laboral implementada por la empresa para reducir
costos: horarios extendidos obligatorios y sin pago de horas extras, enganche
de nuevos trabajadores con salario mínimo, cuando los antiguos ganaban más,
despido de trabajadores que tenían 5 o más años de antigüedad, sin previo
llamado a descargos, entre otras irregularidades.
En pocos meses el sindicato llegó a tener 90
afiliados, pero la empresa ofreció gabelas y convenció a la mitad de ellos para
que se retiraran, y a quienes no tenían fuero sindical los despidió. Fue tan
fuerte el acoso que, temiendo quedar con menos de 25 afiliados (el mínimo con
que puede funcionar un sindicato de base), se agremiaron en el sindicato de la
industria hotelera, turismo y alimentación de la CGT.
Un mes después de creado el sindicato, y cuando éste
apenas estaba en trámites de negociación de la primera convención colectiva, la
empresa montó un plan de beneficios para los no afiliados al sindicato, por el
cual les concedía regalos, básicamente electrodomésticos, lo que desmotivó a
los trabajadores a afiliarse al sindicato. Y 6 meses después, sin terminar aún
la negociación de la convención, reunió a los trabajadores no sindicalizados y
los hizo firmar un Pacto Colectivo que les daba algunos beneficios, pero a
condición de que no se afiliaran al sindicato.
Finalmente la convención se firmó, pero quedó igual
al Pacto Colectivo, lo que significó un duro golpe para el sindicato, que vio
retirar a 34 afiliados, solo le quedaron 19. Buscaron entonces la protección de
otro sindicato de Industria, porque con el de la CGT hubo dificultades. Se
afiliaron a Uta (Unión Trabajadora de Alpina), sindicato con el que presentaron
pliego de peticiones, que terminó en Tribunal de Arbitramento porque la empresa
se negó a negociarlo. Mientras se definía el laudo arbitral, a los 19
sindicalizados se les retiraron los beneficios del Pacto y se les congeló el
aumento salarial. En tal situación estuvieron dos años, tras los cuales el
sindicato solo quedó con 7 afiliados, totalmente discriminados por la empresa y
el resto de trabajadores.
Por estos hechos se interpuso tutela para reclamar
derecho a la igualdad y el de asociación, que un juzgado de Tenjo falló a favor
del sindicato. La segunda instancia también salió favorable, lo que obligó a
Bimbo a nivelar los derechos del Pacto y a cancelarles a los sindicalizados
todo lo que les había dejado de pagar. Este triunfo atrajo más afiliados: ya
eran más de 25, que deciden “resucitar” el sindicato de empresa. En septiembre
de 2011 crean a Sinaltrabimbo y presentan pliego petitorio, que la empresa
acepta negociar pero poniendo el Pacto como techo de la Convención.
Hoy Sinaltrabimbo cuenta con 200 afiliados y está
próximo a presentar pliego, cuya negociación no será fácil estando de por medio
el “techo” del Pacto.
Colpensiones
Caso de P.C en entidad estatal
Caso de P.C en entidad estatal
Colpensiones es una empresa industrial y comercial
del Estado adscrita a los ministerios del Trabajo y Hacienda, creada en el año
2011 para administrar el sistema de pensiones que antes tenía el Seguro Social.
Se inició con 60 empleados, pero un año después vinculó 1.100 trabajadores en
todo el país, en su mayoría ex empleados del Seguro Social y Cajanal.
Y fue en ese momento cuando montó el Pacto
Colectivo, solo que sin surtir los trámites legales, o sea sin asamblea previa
de trabajadores ni negociar un pliego. Simplemente a cada trabajador que
ingresaba le hacía firmar el Pacto Colectivo como un acuerdo de voluntades
entre el empleador y el trabajador, con una nota que taxativamente dice que si
se afilia al sindicato pierde los beneficios del Pacto, que consisten en media
prima en junio, una prima de productividad y 2 días más de vacaciones.
Los 1.100 empleados no dieron abasto para atender la
inmensa carga laboral que desde el principio ha tenido Colpensiones, toda vez
que no se cumplieron sus previsiones: esperaba recibir entre 80 a 100 mil
expedientes (solicitudes pensionales) y recibió cerca de 300 mil. Además no
funcionó debidamente el aplicativo informático que implementó. En consecuencia,
incrementó la carga laboral y las horas extras de los empleados (que aún no se
les ha cancelado), extendió la jornada a los sábados e incluso a domingos, con
amenaza de despido para quien no acudiera. Además, con contrato por obra a
través de una empresa temporal, vinculó 600 empleados nuevos, quienes realizan
las mismas funciones misionales del resto pero no tienen estabilidad laboral.
Ante tal situación, en julio de 2013 un grupo de 30
trabajadores, en su mayoría jóvenes, se reunió de manera secreta y conformó a
Sintracolpensiones, sindicato de base, que con la asesoría de la CUT ha logrado
ampliar su membresía: hoy tiene 99 afiliados, según lo informa Johny Erazo,
mimbro de la Junta Directiva, y a su vez estudiante de derecho laboral.
La empresa reconoció el sindicato y ha mantenido el
diálogo, cambió su posición frente a la obligatoriedad de horas extras y
trabajo los sábados, y ha mermado el acoso laboral y los despidos, pero no
avanza en la negociación del pliego de peticiones que el sindicato le presentó
en febrero de este año, y que tiene como primera reivindicación que los
sindicalizados tengan los mismos beneficios del Pacto Colectivo, así como una
nivelación salarial, pues hay trabajadores que realizan la misma labor pero
tienen diferencias cercanas al millón de pesos.
El Pacto Colectivo aún no ha sido revisado porque
los trabajadores afiliados al mismo no tienen oportunidad de reunirse a
discutirlo, simplemente aceptan lo que el empleador les imponga. “La meta es
que en unos dos o tres años seamos sindicato mayoritario y podamos derrotar el
Pacto. Pero eso dependerá de lo que pase en la negociación que estamos
negociando”, agregó Jonhy Erazo.
Aguas
Capital, de Cúcuta
Pacto impuesto con amenazas e intimidación
Pacto impuesto con amenazas e intimidación
Cuando en el año 2005 la empresa privada Aguas
Capital adquirió el sistema de acueducto y alcantarillado público de Cúcuta,
entre los trabajadores se generó la esperanza de que mejorarían sus condiciones
laborales. Pero ocurrió lo contrario, el salario se les desmejoró entre 10% y
15%. Y en esa tónica continúo su situación en los años siguientes.
Después vendrían los líos judiciales de los hermanos
Nule, accionistas mayoritarios de Aguas Capital, que a raíz de eso tuvo muchas
dificultades, de las cuales logró salir pero precarizando aún más las
condiciones de sus trabajadores. Por eso 25 de ellos se organizaron en
sindicato para luchar por sus reivindicaciones. Crearon la subdirectiva del
Sindicato de Trabajadores y Empleados de Servicios Públicos Domiciliarios de
Norte de Santander, filial de CTC, que en poco tiempo llegó a tener 100
afiliados.
Presentaron pliego, pero la empresa, no solo se negó
a negociarlo sino que les cerró las puertas, no les permitió dar información ni
colocar carteleras, los estigmatizó, cuenta Jonhatan Díaz, vicepresidente de
Sindicato. Y aparte de eso despidió a 20 trabajadores con contrato temporal,
por el solo hecho de relacionarse con la gente del sindicato.
Por ser servicio público no podían votar la huelga,
optaron entonces por llevar el conflicto a Tribunal de Arbitramento, que la
empresa se encargó de dilatar. Ante esto presentaron el caso ante el CETCOIT,
que es una instancia de solución de conflictos avalada por la OIT. Así lograron
que la empresa aceptara negociar el pliego y firmar convención colectiva para
los 110 trabajadores sindicalizados, en noviembre de 2013. Logro principal de
esta convención fue la eliminación del salario mínimo legal en Aguas Capital
Cúcuta.
Pero a los pocos días la empresa hizo una gran
campaña a favor de un Pacto Colectivo para los no sindicalizados, arguyendo que
gozarían de los mismos beneficios de la convención, pero con la ventaja de no
tener que pagar cuota sindical. En efecto, el Pacto fue exactamente la transcripción
de la convención colectiva, solo le cambiaron algunos títulos.
El sindicato dio un compás de espera para ver la
reacción frente al Pacto y así evitar enfrentamientos entre los mismos
trabajadores. Lo que ocurrió fue que la empresa incumplió algunos puntos del
pacto, y ello generó inconformidad, que el sindicato aprovechó para convencer a
uno de los líderes del Pacto, quien públicamente renunció a éste y adhirió al
sindicato, pese a las presiones que recibió. Incluso recibió llamadas
amenazantes al teléfono corporativo de la empresa, que lo conminaban a
retirarse del sindicato. Como también fue objeto de amenazas y seguimientos el
fiscal del sindicato.
A partir de ese momento la correlación de fuerzas
cambió, tras una fuerte campaña el sindicato logró que muchos del Pacto se
afiliaran al sindicato, que hoy ya cuenta con 295 miembros, o sea más de la
tercera parte de los trabajadores de la empresa. De esta manera logró derrotar
el Pacto Colectivo y hacer extensiva la convención a todos los trabajadores.
Además logró acabar con los contratos a término fijo, ahora en Aguas Capital
Cúcuta todos los contratos son a término indefinido.
Referencia:
José Álvarez Restrepo, (Jueves 29 de mayo de 2014). Escuela nacional sindical. Campaña Colombiana por Trabajo Decente y la ENS
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